Entradas para la Última Cena – El Cenacolo Vinciano de Da Vinci
Indudablemente, uno de los cuadros más famosos de Leonardo Da Vinci es La Última Cena, o Cenacolo Vinciano como se la conoce en Italia. Pero esta famosísima pintura envuelta en múltiples leyendas en realidad no es un cuadro y aunque está en un muro tampoco es un fresco. Descubre con nosotros los secretos de una de las mejores obras pictóricas del mundo y cómo conseguir entradas para visitar esta obra maestra universal declarada Patrimonio de la Humanidad.
Cuando visitamos Milán en Navidad estaba claro que entre las primeras cosas que queríamos ver estaba el Cenacolo Vinciano. Todo el mundo conoce esta obra de Da Vinci, considerada una de las obras de arte más trascendentales de la historia. Es indiscutible la genialidad de Leonardo Da Vinci pero, ¿a qué se debe la fama de La Última Cena? Hace casi dos décadas esta obra maestra se convirtió en protagonista involuntario del bestseller del escritor Dan Brown «El código Da Vinci». A lo largo de los siglos, la figura de Da Vinci ha sido vinculada a varias sociedades esotéricas y secretas ¿se deberá a ello la importancia de esta pintura? 🤔.
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El tema de La Última Cena
La Última Cena o Santa Cena es un episodio del evangelio muy representado en el arte cristiano. Fue la última vez que Jesús se reunió con los doce apóstoles antes de su muerte. El momento elegido por Leonardo para su obra es cuando Cristo anuncia que uno de los presentes le traicionará.
La sala dónde Jesús celebró la Santa Cena es llamado cenáculo. En Italia, se llama Cenacolo al espacio arquitectónico dónde se representa este tema religioso. Este episodio evangélico solía representarse en el comedor de los conventos, llamado refectorio. Cómo el tema de la obra coincide con el uso de la sala, era habitual utilizar la técnica del trampantojo para hacer las pinturas una extensión de los refectorios.
La Última Cena se encuentra en el lugar dónde fue creada, el refectorio del convento de Santa María delle Grazie en Milán. Sobre esta obra el escritor romántico alemán Goethe dijo que las figuras parecían «un grupo más de la reunión». Estamos acostumbrados a ver obras maestras en museos, pero es maravilloso disfrutar de una de ellas en el mismo lugar dónde fue creada hace más de cinco siglos.
La Última Cena de Leonardo
Comprendiendo a Leonardo Da Vinci
Para entender esta obra debemos meternos en la mente de su autor. Da Vinci fue un auténtico hombre del Renacimiento. Un poeta, músico, pintor, orador, arquitecto, científico e inventor de curiosidad casi infinita. Dotado de una aguda capacidad de observación, sus manos eran capaces de plasmar de forma prodigiosa sus pensamientos.
«Antes de pintar una figura, estudiaba primero su naturaleza y su aspecto… se dirigía a los lugares en los que sabía que hallaría personas del tipo que buscaba, y observaba con atención sus rostros, su comportamientos, sus costumbres y sus movimientos. Apenas veía algo que podía servirle para sus fines, lo dibujaba a lápiz en el cuadernillo de apuntes que siempre llevaba a la cintura. Este proceder lo repetía tantas veces como juzgase necesario… A continuación plasmaba todo esto en una figura que, una vez creada, movía el asombro»
Escrito por Giambattista Giraldi, literato italiano cuyo padre conoció a Da Vinci
Sin embargo, sus dones eran también su maldición. Su atención era muy inconstante, aceptaba varios encargos simultáneamente sin acabar ninguno, y su perfeccionismo le llevaba a no dar nunca por terminada una obra. Por todo lo anterior, poco más de una docena de pinturas y algunos miles de dibujos es el único legado que tenemos de Da Vinci. Pero comprender los defectos de Leonardo Da Vinci es fundamental para conocer en profundidad la obra de La Última Cena.
El encargo de la Última Cena
Aunque Florencia es la ciudad más ligada a la figura de Da Vinci, éste paso casi 20 años al servicio del duque de Milán Ludovico il Moro. Además de Milán, durante este tiempo Leonardo también pasó tiempo en Vigevano. Es más, esta última inspiró a Da Vinci para su diseño de la ciudad ideal (città ideale). Debido a las insignias ducales de las lunetas superiores de La Última cena, probablemente fue el propio duque quién encargó la obra. Ludovico pretendía convertir la iglesia dominica de Santa Maria delle Grazie en el mausoleo de la familia Sforza, y es razonable pensar que quisiese embellecerla. Sin embargo, lo que iba a ser un simple fresco para el comedor de los monjes de la basílica, se transformó en una obra que absorbió a Da Vinci durante ¡¡tres años!!😱.
La técnica del fresco consiste en pintar sobre yeso humedecido antes de secarse. Por eso, el fresco exige rapidez e impide retoques posteriores, pero consigue a cambio una durabilidad excepcional. Inconstante como era, Leonardo optó por experimentar con una técnica de óleo sobre yeso en seco. Su objetivo era poder corregir la pintura de ser necesario y a su vez conseguir la riqueza cromática del óleo. Da Vinci nunca daba por terminada su obra. Había días que trabajaba de sol a sol sin parar siquiera a comer y otros simplemente miraba su obra durante horas sin tocar el pincel.
Las leyendas sobre la realización de La Última cena
Tres años de trabajos dieron lugar a numerosas historias y leyendas curiosas sobre el excéntrico genio. Se rumorea que Da Vinci nunca completó el rostro de Cristo, pues siendo tan excepcional la belleza y majestad del resto de figuras, sobre todo de Santiago el Mayor y el Menor, no fue capaz de superarse.
También se cuenta el duque estaba molesto con el retraso de la obra, y preguntó a Leonardo cuando la terminaría. Este dijo que le quedaba por hacer la cara de Judas, pero que no había hallado un rostro que expresase toda su maldad. Para más sorna, Da Vinci dijo que si no encontraba a nadie usaría el rostro del padre prior del convento 😂. Esto sería debido a las reiteradas quejas del prior acerca de la lentitud de Da Vinci.
Por último, también se dice que a pesar de todo, Da Vinci fue muy honesto con Ludovico il Moro, porque jamás pidió un sólo florín por su trabajo. Quizá por eso, poco después de finalizar su obra el duque le regaló unas tierras enfrente de Santa Maria delle Grazie, conocida cómo la Viña de Leonardo y hoy día visitable.
La conservación de La Última Cena
La pintura gozó de un gran reconocimiento en su época, siendo alabada cómo una obra maestra. Muchos artistas viajaban a Milán simplemente para admirar La Última Cena. Las figuras, la composición, los colores y el monumental tamaño de la escena, de casi cinco metros de alto y 9 de largo eran motivo de asombro.
Pero la técnica experimental de Leonardo era defectuosa. A los pocos meses la obra ya empezó a desprenderse de la pared. Por eso La Última Cena ha sido restaurada en numerosas ocasiones, las primeras de ellas por el propio Da Vinci.
Pero la obra también ha sido muy maltratada. En el s. XVII los frailes abrieron una puerta en el muro cortando las piernas a Jesús 😱. Un siglo después, Napoleón conquistó Milán, convirtió el refectorio en un establo y sus soldados hicieron prácticas de tiro con La Última Cena 😱. Por último, durante la Segunda Guerra Mundial un bombardeo destruyó gran parte de Santa Maria delle Grazie 😱.
Pese a todo, La Última Cena ha logrado sobrevivir hasta nuestros días y su última restauración, considerada «la restauración del siglo», le ha devuelto un atisbo de su antiguo esplendor. Aun así, se estima que sólo el 20% de la pintura original permanece intacta.
Características de la Última Cena de Leonardo Da Vinci
No te vamos a dar una disertación artística, que para eso puedes hacer la visita con audioguía 😜. Simplemente comentaremos algunas características esenciales para entender esta obra maestra.
La Última Cena de Leonardo rompe con la iconografía clásica de la época representando a Judas entre los otros Apóstoles, en lugar de separado de ellos. Para destacarle, lo hace retroceder, al sentirse aludido por las palabras de Jesús. Además, aísla la figura de Jesús y la destaca haciendo converger en ella todas las líneas de fuga y situando un ventanal a su espalda. Su postura alude a su próxima crucifixión.
Por otro lado, los Apóstoles son agrupados de tres en tres. Sus expresiones son enormemente variadas mostrando sorpresa, incredulidad y espanto ante la noticia. Es más, Da Vinci destaca los gestos y las manos de los discípulos para dotarles de mayor expresividad.
La composición sigue el esquema de tríadas platónicas de Bondad, Verdad y Belleza. Sabemos quien es quien gracias a un manuscrito del propio autor. De izquierda a derecha las triadas son Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés; Judas Iscariote, Simón Pedro y Juan; Tomás, Santiago el Mayor y Felipe y por último Mateo, Judas Tadeo y Simón Zelote. La primera tríada representaría la Bondad, mientras que la segunda estaría incompleta debido a la presencia de Judas. La tercera tríada representaría Belleza del amor platónico, pues la esencia de Dios es amor. Por su parte, la cuarta tríada representaría la Verdad de Cristo, apareciendo Da Vinci cómo Judas Tadeo conversando con Platón cómo Simón Zelote.
Las otras «Última Cena»
El Cenacolo Vinciano es una obra tan única que hay innumerables copias 😜. Con todo, estas copias carecen de varios elementos fundamentales, cómo su monumentalidad, el entorno dónde se ubica la pintura y la composición completa de la misma, con su «marco» y sus medallones. También es una de las obras de arte más homenajeadas y parodiadas siendo posible encontrar numerosas representaciones que incluyen actores, personajes de dibujos animados y un largo etcétera.
Curiosamente y debido a su rápido deterioro, incluso en su época ya se empezaron a hacer copias de la Última Cena. Una de las más notables se debe al rey francés Luis XII. Cuando tomó el ducado de Milán quedó prendado del Cenacolo Vinciano. Siendo imposible llevárselo a Francia, encargó una copia, actualmente conservada en el museo de la Abadía de Tongerlo en Bélgica. Según se cree esta Última Cena fue realizada por un discípulo de Leonardo Da Vinci y retocada por el propio maestro. Otro discípulo de Leonardo pinto una copia al óleo actualmente depositada en el Museo Nacional del Renacimiento en el Castillo de Écouen en Francia. Pero la copia más conocida es la realizada por el pintor renacentista Giampetrino, actualmente en la Royal Academy of Arts de Londres.
Dónde se encuentra el Cenacolo Vinciano
La obra de Da Vinci se encuentra dónde fue pintada, en la basílica de Santa Maria delle Grazie en Milán. Se puede llegar en el Tranvía 16 bajando en la parada Magenta/S. Maria della Grazie. La parada Cadorna de las líneas de metro MM1 y MM2 se encuentra a unos 10 minutos del Cenacolo Vinciano. Si prefieres el autobús, la parada 11217 Largo D’Ancona de la línea 94 está a 5 minutos andando.
Datos prácticos para visitar el Cenacolo Vinciano
Cómo comprar entradas para La Última Cena
Es obligatorio reservar para poder ver el Cenácolo Vinciano. Puedes adquirir tus entradas en la web oficial o escribiendo al correo electrónico cenacologruppi@adartem.it. No se pueden comprar con una antelación superior a una semana, y normalmente te desesperarás en la web porque suelen estar agotadas. Sólo puedes comprar cinco entradas y deberás recogerlas el mismo día de la visita quince minutos antes de la hora en la taquilla situada a la izquierda de la entrada principal del museo.
Truco de mapaymochila para comprar las entradas para La Última Cena
Visita la web a partir de las 00:00. Normalmente a esa hora se ponen a disposición nuevas entradas que podrás reservar. Si no quieres complicarte la existencia, te dejamos un enlace dónde puedes adquirir tus entradas para una visita guiada.
Precio de la entrada
La entrada tiene un coste de 15 € y los jóvenes entre 25 y 18 años tienen entrada reducida por 2 €. Disfrutan de entrada gratuita menores de 18 años, minusválidos y un acompañante, docentes y estudiantes de bellas artes de la Unión Europea. Las entradas gratuitas se reservan en el siguiente enlace y se deberá acreditar el motivo al pasar por taquilla.
Horario de visita
El horario es continuo de 8:15 a 19:00. El Cenacolo Vinciano cierra los lunes, el 1 de enero, el 1 de mayo y el 25 de diciembre.
Datos prácticos para la visita
Antes de acceder asegúrate de haber descargado la aplicación oficial para Ios o Android. El contenido sólo funciona cuando estás dentro del Cenacolo Vinciano.
Está TOTALMENTE PROHIBIDO hacer fotos ni videos. La Última cena está por decirlo así «cogida con alfileres» y sujeta a constantes controles de temperatura, luz y humedad. Es más, hay varios pasillos con puertas automáticas para entrar y así asegurar su conservación. Siempre es muy discutida la prohibición de no hacer fotos, pero en este caso está absolutamente fundamentada. Seguro que puedes vivir sin un selfie en el Cenacolo Vinciano.
La visita sólo dura 15 minutos, así que no pierdas el tiempo y disfruta lo máximo posible de esta obra maestra. Pero guarda un par de minutos para observar el fresco justo en la pared de enfrente de La Última Cena. Aunque lógicamente ensombrecida por la genialidad de la obra de Leonardo, aquí se encuentra La Crocifissione. Es una de las mejores obras del milanés Giovanni Donato da Montorfano, y Leonardo Da Vinci colaboró con el realizando el retrato de los donantes en la parte inferior.
No se puede acceder con mochilas. Debes dejarla en las consignas gratuitas de las taquillas. Al salir verás los baños y una pequeña tienda muy interesante. Como en el Cenacolo Vinciano no puedes hacer fotos, compramos un imán con la imagen de La Última Cena 😜.
Ya sabes todo lo necesario para conocer el Cenacolo Vinciano, la obra maestra de Da Vinci. ¡¡Hasta pronto!!
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